Cómo afrontar el terrorismo desde una perspectiva budista (I)
El XVII KARMAPA, Ogyen Trinley Dorje, actual líder del budismo tibetano Karma Kagyu, despliega en su nuevo libro Interconectados. Abrirnos a la vida en la sociedad global los conceptos esenciales del budismo para situarlos ante las grandes problemáticas y los retos de nuestro presente.
El terrorismo es uno de los principales temas abordados en Interconectados de manera extensa, y dibuja el camino para hallar una solución de manera urgente.
Para facilitar su lectura y asimilación, así como para fomentar la reflexión y el diálogo acerca de las ideas planteadas, hemos dividido el fragmento en tres partes que serán publicadas durante los próximos días, y a lo largo de las cuales se abordará el enorme problema del terrorismo
En esta primera parte, el Karmapa explica el papel de la empatía en el budismo para comenzar a trabajar con nuestras emociones, pensamientos y reacciones a la hora de proponernos acabar con el terrorismo, y siempre, sin caer en el uso sistemático de la violencia.
La tendencia a subrayar nuestras diferencias y a crear divisiones cada vez más sólidas basadas en la raza, la clase social u otras categorías limitadoras, también puede operar contra la empatía. Eso limita el alcance con que dotamos interiormente nuestra empatía, pues apagamos mentalmente nuestra conexión con algunas personas que no forman parte de nuestro grupo preferido. Podemos tomar a Hitler como ejemplo de alguien cuya empatía abarcaba un ámbito muy limitado. Aunque era incapaz de sentir empatía alguna hacia los judíos y otros muchos grupos de personas, se sabe que demostró una gran ternura y empatía hacia algunos perros.
Por ello, no parece que éste fuera incapaz de empatizar, sino que su alcance estaba terriblemente limitado. El desafío hubiera sido formar a esas personas para ampliar o transferir los sentimientos de ternura y cariño que eran capaces de sentir por ciertas personas o animales, también, a otros seres. Lo cierto es que todos nos beneficiaríamos de una formación así.
Ahí es donde se podría dar entrada a una formación consciente en compasión y benevolencia. Hablaremos más sobre cómo podemos cultivar de manera consciente esas cualidades en la tercera sección de este libro, pero ahora podemos señalar que esta formación empieza reforzando la base existente de empatía o compasión con la que ya contamos, para luego ampliarla hacia el exterior, con el objetivo de ir haciéndola cada vez más inclusiva e intensa.
Como se trata de un proceso de formación mental que se desarrolla sobre una base ya existente, resulta muy adecuado iniciarlo a partir de donde estamos ahora, con nuestra empatía no totalmente desarrollada. De hecho, hasta que no tengamos una respuesta insoportable e incondicional frente al sufrimiento de todos los seres sin excepción, nuestra empatía no habrá alcanzado los límites máximos que puede alcanzar.
«La empatía puede servir como un pase de escenario, proporcionándonos acceso a las razones y a las fuerzas que impulsan las acciones ajenas»
Ogyen Trinley Dorje
Nuestro pase de escenario
Al analizar los problemas sociales demostramos estar bien formados para identificar factores sociales, económicos y físicos que funcionan como condiciones susceptibles de producir las dinámicas que queremos cambiar. Pero las condiciones interiores y exteriores interactúan continuamente modelando nuestras acciones y, por ello, dando forma también al mundo. Por esta razón también necesitamos considerar las condiciones internas que llevan a las personas a actuar y reaccionar de cierta manera.
Sabemos que no podemos comprender algo cuando lo sacamos de contexto. Cuando se trata de los actos de las personas, la motivación es un aspecto clave del contexto. La motivación surge del interior y nos guía en una línea de acción externa. Podemos buscar maneras para ir más allá de la conducta visible de las personas y hacernos una idea de los estados internos y emociones que motivan dicha conducta.
«Damos demasiada importancia a nuestras limitadas impresiones de los demás y juzgamos con demasiada rapidez. Solo vemos parte del cuadro, y por lo general no la parte más importante.»
Ogyen Trinley Dorje
Si la vida fuese como una película, gran parte del tiempo estaríamos mirando únicamente los momentos finales de la película. No captaríamos toda la serie de acontecimientos que condujeron a la escena final que aparece ante nosotros; por eso es tan importante contar con una mente abierta. Cuando nuestra mente y corazón están abiertos, podemos escuchar mejor lo que nuestra empatía nos dice. Eso nos ayuda a entender lo que sucede en el interior de los demás, lo que les motiva a actuar como lo hacen.
Siempre existe un telón de fondo invisible. Cada persona tiene en su interior un mundo emocional interno, y una historia de fondo y unas bambalinas donde han ido evolucionando las cosas y donde éstas se han decidido mucho antes de ser reveladas en público. Las cosas nunca suceden sin razón alguna o sin una fuerza impulsora. Así, la empatía puede servir como un pase de escenario, proporcionándonos acceso a las razones y a las fuerzas que impulsan las acciones ajenas.
Cuando realmente llegamos a comprender, casi siempre encontramos algo explicable en ello. Vemos lo que le sucedía internamente a alguien, haciendo que actuase como lo hizo. También podemos descubrir que esa acción es inexcusable, pero al menos habremos entendido lo que la impulsó. Si no estamos preparados para aceptar un comportamiento, en nosotros o en los demás, deberíamos aprender cómo ayudar a cambiarlo. Para ello, la comprensión es clave, pues solo podemos provocar cambios perdurables en el comportamiento reconociendo y abordando las condiciones internas y externas que lo condicionaron.
Próximamente publicaremos la II parte de este capítulo.